Los vinos de Brasil buscan un nicho en el mercado internacional para posicionar sus mejores etiquetas
Los productores de vinos de Brasil aspiran a conquistar un nicho en el mercado internacional, como los argentinos o chilenos, y con ese fin han intensificado su divulgación y promoción en Estados Unidos, Europa y Asia.
"Somos pequeños productores en relación a otras regiones, pero estamos comenzando a despertar frente al viejo mundo", dice el presidente del Instituto Brasileño del Vino (Ibravin), Alceu Dalle Molle, durante un acto en Bento Gonçalves, la capital vinícola de Brasil, situada en el estado de Río Grande do Sul.
Dalle Molle señala que así como Argentina ha ganado mercados con su producción de tintos elaborados con uva Malbec, y Chile lo ha hecho con Carménere, Brasil está comenzando a abrirse puertas con los espumosos de la casta Chardonnay, que junto con la Merlot es de las que mejor se ha adaptado al suelo y condiciones climáticas del sur del país.
De acuerdo con datos divulgados por Ibravin, las bodegas participantes en el programa "Wines of Brazil", que tiene el apoyo de la Agencia Brasileña de Promoción de las Exportaciones (Apex-Brasil), exportaron en el primer semestre de este año vinos por valor de 1,85 millones de dólares, un 86 por ciento más que en el mismo periodo de 2011.
Son cifras modestas si se tiene cuenta que la vitivinicultura generó el año pasado cerca de 2.000 millones de reales (unos 1.000 millones de dólares) en la economía brasileña, pero Della Molle considera que el proceso de internacionalización va por buen camino.
"La apertura de nuevos mercados es cuestión de tiempo", afirma el presidente de Ibravin.
En volumen, las exportaciones del primer semestre fueron de 760.300 litros, un 142 por ciento más que entre enero y junio de 2011.
Para dar a conocer los vinos finos en el exterior, Ibravin y la Apex-Brasil han organizado en los últimos meses campañas de divulgación y ruedas de negocios en varias ciudades de Estados Unidos, Alemania, Holanda, Polonia, Suecia, Finlandia, Reino Unido y China, su principal comprador.
Los importadores llegan a Brasil con unas expectativas (de precios) que pocas vinícolas consiguen atender, lo que obstaculiza la apertura de mercados a los pequeños productores.