El Gobierno Argentino trabajó bien, al principio, para aclarar que la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner tenía un grave problema de salud y que debía ser operada. A comparación de lo que ocurrió con Chávez en Venezuela, donde se ocultó hasta último momento y luego de meses de ausencia del gobierno por ¨problemas gástricos¨, surgió la indecible palabra ¨cáncer¨. Con Lugo, en Paraguay y con Lula en Brasil fue igual, primero se trata de eclipsar la noticia hasta que indefectiblemente hay que decir la verdad.
Ahora bien, por qué si el informe de aclaración hacia los medios y la sociedad argentina fue tan contundente y serio de antemano, no ocurrió lo mismo con el diagnóstico. Ya que el supuesto cáncer que padecía Cristina no era tal. Sino nódulos benignos. La sospecha circunda el ala del Gobierno Argentino y de los médicos que atendieron a la Presidenta. ¿Se puede errar tan feo cuando la paciente es la máxima mandataria del país y los médicos son los más destacados de la Argentina? Por lo pronto ya hay culpables dando vuelta que se tienen que ir. ¿Qué nivel de seriedad reviste el cuerpo médico presidencial? Lo que está claro, es que Cristina está en reposo y fue operada.
Pero algunos, ahora, hablan de que la internación fue para una cirugía estética. Cuando se informa mal, las noticias llegan como un teléfono descompuesto. Donde todos hablan y nadie escucha nada.
Como decía el escritor argentino Jorge Luis Borges: ¨ no es que se miente, sino que se oculta la verdad¨.
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