domingo, 13 de maio de 2012

EL DRAMA DE DEJAR EL DEPORTE



¿Qué sucede cuándo un deportista deja la actividad?
¿Hay contención para estas personas? Son desocupados
de 35 años, que tienen que incursionar en alguna
otra actividad


“Lo peor del deporte es tener que dejarlo algún día”,frase rancia y gastadas si las hay. Pero casi ningún deportista está preparado para el momento de la decisión más difícil de su carrera y busca excusas. Tampoco existe la prevención que la medicina y la psicología piden para esta etapa, es mucho el dolor y el sufrimiento, ya que hay reiterados ejemplos de desmembración familiar, intentos de suicidio y otras desdichas.

Para analizar el final traumático de una carrera, hay que observar con mucha atención qué se hace o qué se ha hecho en el momento inicial de la misma. Es decir, todo final se corresponde con un principio.

Son aproximadamente, como promedio, 15 años de la vida en los que la persona se forma e invierte casi la totalidad de su tiempo útil, postergando todo tipo de actividades. El deportista no advierte su vida de cañita voladora y se sorprende cuando llega el momento del retiro: el adios a la popularidad y a la trascendencia abren paso al anonimato, a una realidad sin juego, sin competencia, sin entrenamientos y sin ingresos económicos.

El gran problema es el ocio del jugador. Por primera vez tiene que digitar horarios, proyectar actividades, rehacer la agenda, comenzar a extrañar que el teléfono deje de sonar tan seguido y también pasar lo menos posible por esa habitación donde están guardadas las medallas, los trofeos, las plaquetas etc.

Roberto Perfumo, ex jugador de Racing y la Selección Nacional Argentina, manifestó luego de su retiro: “ Lo primero que hice cuando deje de jugar fue volver a fumar. Me refugié en la cama. Me levantaba a las dos de la tarde, almorzaba y me tiraba a dormir la siesta”. Le faltaba algo, y esa ausencia tremenda, que también se presenta por lesiones largas, puede llevar a caminos sin retornos, inducirlos a la ingesta de estimulantes para no pensar, para que no lleguen a la mente las imágenes de jugadas, de partidos, de vueltas olímpicas.

Por ejemplo: el boxeador Justo Suaréz, murió joven y tuberculoso, el arquero Alberto Vivalda, que jugó en
Racing y River, se suicidó tirándose a las vías del ferrocarril Mitre. Omar Oreste Corbatta y el brasileño Garrincha, murieron en la indefensión bajo los efectos del alcohol.
El Chapa Rubén Suñe, ex jugador de Boca, se arrojó desde un séptimo piso y afortunadamente un techo salvó su vida.

Y más acá en el tiempo Mirko Saric(21), mediocampista de San Lorenzo y Sergio Schulmeister(25), arquero de Huracán, fueron encontrados ahorcados en sus casas, víctimas de síndromes depresivos.

Guillermo Vilas(tenista argentino) dijo un día: “ Nosotros los deportistas morimos dos veces”. El temible drama estriba en que así como han crecido de golpe, pueden morir de golpe.

En los atletas se suceden vertiginosamente diversas etapas de la vida que en el resto de los mortales se viven diferenciadamente: la adolescencia, que él no vive porque tiene obligaciones que imponen entrenamiento, la adultez, que tampoco vive porque está en el punto mayor de su producción profesional, y de golpe la vejez cuando tiene poco más de 30 años.

Carlos Monzón(ex campeón mundial de boxeo argentino), afirmó al tiempo de su retiro: “ Duermo de día, me levanto, juego a las cartas, tomo unas copas y vuelvo a dormir, y vivo de noche. No quiero vivir de día para no pensar. Porque no sé que hacer conmigo”.

El deportista no está exento de comprender que llegó a la mitad de su vida, sin tener todavía los años y sin embargo está impregnado de uno de los más agrios sabores que se pueden percibir: el de la caducidad.

Naturalmente, hay quienes saben buscar los caminos de su propio futuro, se superan, se preparan y felizmente son la mayoría.

Nenhum comentário: