domingo, 27 de maio de 2012

EL IMPAGABLE PRECIO DE SER IDOLO






¿Cualquier famoso puede ser ídolo? ¿Hay que tener un carisma extra? Analizamos a los ídolos deportivos, y por qué los fanáticos los quieren tanto a pesar de no ser siempre buenos ejemplos…


El escritor argentino Roberto Fontanarrosa, con su particular estilo irónico y humorístico, en su libro ¨El mundo ha vivido equivocado¨, escribió un cuento titulado ¨Lo que se dice un ídolo¨. En él, relata la historia de un jugador de fútbol que se dio cuenta tarde que podía ser ídolo, era una persona que se pasaba de correcto, de buen tipo. Nunca, en sus ocho años en primera, tuvo una tarjeta amarilla y menos una roja. Jamás declaraba algo fuera de la lógica. Y así no podía ser fetiche. Hasta que un día, una revista difamó que tenía una amante. Y entonces comenzaron las burlas de sus rivales. Al domingo siguiente le pegó una trompada a un rival por cargarlo. Fontanarrosa cierra el cuento, señalando que después de la suspensión volvió a las canchas. Y ahí comenzó a ser ídolo. Los rivales lo saludaban con respeto y la tribuna se deshacía en aplausos. ¨Porque no podés ser ídolo si sos demasiado perfecto, viejo. Si no tenés ninguna fullería, si no te han cazado en ningún renuncio… ¿Cómo mierda la gente se a sentir identificada con vos? ¿Qué tenés en común con los monos de la tribuna? No, mi viejo. Decí que el Pedrito se apioló tarde de cómo viene la mano…¨[…]

La corroboración de Fontanarrosa no deja de ser una mezcla entre fábula y alegoría. Pero a veces, cuesta entender la moraleja: esa de que un deportista atizador de las mayores fruiciones y placeres, no puede ser también capaz de lo contrario: de causar la angustia.

Cuanto más el ídolo linda con la tragedia más se acerca al edén de los inmortales.
Diego Maradona es el ejemplo más simbólico: cada vez que cae, cuanto más yerra, más se intensifica la adoración y el lamento. Hay una larga lista de héroes caídos, de referentes, alcanzados por el balazo del declive desventurado y brusco.

El tótem de estos tiempos es una especie de líder a distancia, es un tipo que conduce hábitos a tal extremo que se puede dar el caso que para el chico el modelo sea imitable. Un personaje que muere joven y trágicamente crea toda una fantasía en la gente que lo sigue, que llega hasta la construcción de una ermita, como garantía de permanencia.

Casi no hay héroes rancios, afortunados y venturosos, y cuando los hay -por ejemplo Pelé- , ya son asumidos como terrenales. Quizá Maradona, cuando cumpla 60 años sea igual. De tanto verlo, de tantas apariciones en programas de TV, en revistas, quizá la gente ya lo asuma como vecino.

Como oposición se podrían exhibir ¨ídolos light¨: Vilas, Batistuta, Sabatini. Pero ninguno de ellos, genera esa homérica convocatoria emocional que produce Maradona. Que por alguna misteriosa razón, han generado siempre los ídolos turbios más que los transparentes. ¿Será por qué nunca se les conoció ninguna fullería, como al Pedrito de Fontanarrosa? Pero lo peor es ver al héroe vencido. Aunque, siempre hay alguien que quiere que al mago le salga mal el truco y esperan que, es un deseo envidioso y contradictorio que se dá en los fieles y esperan que el héroe que endiosan, también sufra como ellos: los seres comunes.

Ya no se juzga al deportista por lo que hace en una cancha sino por los excesos juveniles fuera. Acaso, lamentablemente, el aval para ser paladín total, no sea sólo haber cumplido proezas, sino haber dejado pronósticos de lluvia en los ojos de los hinchas. Si bien, nadie como un ídolo sabe que significa aquello que se escribió hace muchos años: ¨Ríe y el mundo reirá contigo, llora y llorarás solo¨.

domingo, 13 de maio de 2012

EL DRAMA DE DEJAR EL DEPORTE



¿Qué sucede cuándo un deportista deja la actividad?
¿Hay contención para estas personas? Son desocupados
de 35 años, que tienen que incursionar en alguna
otra actividad


“Lo peor del deporte es tener que dejarlo algún día”,frase rancia y gastadas si las hay. Pero casi ningún deportista está preparado para el momento de la decisión más difícil de su carrera y busca excusas. Tampoco existe la prevención que la medicina y la psicología piden para esta etapa, es mucho el dolor y el sufrimiento, ya que hay reiterados ejemplos de desmembración familiar, intentos de suicidio y otras desdichas.

Para analizar el final traumático de una carrera, hay que observar con mucha atención qué se hace o qué se ha hecho en el momento inicial de la misma. Es decir, todo final se corresponde con un principio.

Son aproximadamente, como promedio, 15 años de la vida en los que la persona se forma e invierte casi la totalidad de su tiempo útil, postergando todo tipo de actividades. El deportista no advierte su vida de cañita voladora y se sorprende cuando llega el momento del retiro: el adios a la popularidad y a la trascendencia abren paso al anonimato, a una realidad sin juego, sin competencia, sin entrenamientos y sin ingresos económicos.

El gran problema es el ocio del jugador. Por primera vez tiene que digitar horarios, proyectar actividades, rehacer la agenda, comenzar a extrañar que el teléfono deje de sonar tan seguido y también pasar lo menos posible por esa habitación donde están guardadas las medallas, los trofeos, las plaquetas etc.

Roberto Perfumo, ex jugador de Racing y la Selección Nacional Argentina, manifestó luego de su retiro: “ Lo primero que hice cuando deje de jugar fue volver a fumar. Me refugié en la cama. Me levantaba a las dos de la tarde, almorzaba y me tiraba a dormir la siesta”. Le faltaba algo, y esa ausencia tremenda, que también se presenta por lesiones largas, puede llevar a caminos sin retornos, inducirlos a la ingesta de estimulantes para no pensar, para que no lleguen a la mente las imágenes de jugadas, de partidos, de vueltas olímpicas.

Por ejemplo: el boxeador Justo Suaréz, murió joven y tuberculoso, el arquero Alberto Vivalda, que jugó en
Racing y River, se suicidó tirándose a las vías del ferrocarril Mitre. Omar Oreste Corbatta y el brasileño Garrincha, murieron en la indefensión bajo los efectos del alcohol.
El Chapa Rubén Suñe, ex jugador de Boca, se arrojó desde un séptimo piso y afortunadamente un techo salvó su vida.

Y más acá en el tiempo Mirko Saric(21), mediocampista de San Lorenzo y Sergio Schulmeister(25), arquero de Huracán, fueron encontrados ahorcados en sus casas, víctimas de síndromes depresivos.

Guillermo Vilas(tenista argentino) dijo un día: “ Nosotros los deportistas morimos dos veces”. El temible drama estriba en que así como han crecido de golpe, pueden morir de golpe.

En los atletas se suceden vertiginosamente diversas etapas de la vida que en el resto de los mortales se viven diferenciadamente: la adolescencia, que él no vive porque tiene obligaciones que imponen entrenamiento, la adultez, que tampoco vive porque está en el punto mayor de su producción profesional, y de golpe la vejez cuando tiene poco más de 30 años.

Carlos Monzón(ex campeón mundial de boxeo argentino), afirmó al tiempo de su retiro: “ Duermo de día, me levanto, juego a las cartas, tomo unas copas y vuelvo a dormir, y vivo de noche. No quiero vivir de día para no pensar. Porque no sé que hacer conmigo”.

El deportista no está exento de comprender que llegó a la mitad de su vida, sin tener todavía los años y sin embargo está impregnado de uno de los más agrios sabores que se pueden percibir: el de la caducidad.

Naturalmente, hay quienes saben buscar los caminos de su propio futuro, se superan, se preparan y felizmente son la mayoría.