domingo, 8 de abril de 2012

LA HUELLA DE UN PERIODISTA


Era un análogo en un mundo digital. Difícil dar batalla con armas quijotescas frente a misiles de cabeza inteligente.

Era un hombre que veía en las personas el motivo de la vida. Era incombustible, era de reunión, era de familia. Era humilde de origen, era humilde en su modo de ver, de actuar. No supo de agachadas, aunque se agachó más de una vez para tenderle la mano al caído.

Le gustaba la vida, le gustaban los amigos; contaba las historias sin un poste enfrente.

Era periodista, era escritor, y era de fuste.

Era de Lamarque (antigua Colonia Nueva del Pueblo de Choele Choel), era de Río Negro, fue de Buenos Aires…

Era un tipo con un gran sentido del humor, bastante azabache eso sí…

Era callado, reservado, de pocas palabras. Era un hombre de silencios.

Era el tipo que había querido tener un hijo varón y si fuera posible dos, mejor, pero le tocaron dos mujeres.

Era el hombre de la calle, el periodista de la vida. Un intelectual de puño y letra que transitó redacciones impensadas.

Fue el jefe de inteligencia de Montoneros y creo la Agencia de Noticias Prensa Latina, en Cuba, tras la llegada al poder de Fidel Castro. En 1976 encabezó junto a un grupo de periodistas la Agencia de Noticias Clandestinas (ANCLA) donde la función específica fue la denuncia.

Entre sus obras más reconocidas están: Operación Masacre, ¿Quién mató a Rosendo? , y El caso Satanowsky.

Siempre pensaba que un día lo iban a venir a buscar, desde aquel momento en que, con la máquina de escribir comenzó a vivir un idilio inquebrantable. Y así fue… el presagio golpeó a su puerta. En una Carta Abierta denunció a la Junta Militar al cumplirse el primer aniversario del golpe. Fue un día antes de su sentencia. El agotamiento de una vida sin pausas fue su destino insoslayable. El 25 de marzo de 1977, entre las 14 y las 16, en la esquina de Humberto 1° y Entre Ríos, un ¨ grupo de tareas¨ lo acorraló a Walsh y lo mató a tiros. Tenía 50 años. (La crónica resaltó que hubo intercambio de municiones, y que fue trasladado a la ESMA, donde las opiniones se contradicen si entró muerto o malherido, lo indiscutible es que desde ese día se ahuecó del mundo).

El ¨profesor Neurus¨ -uno de sus apodos-, o Daniel Hernández su seudónimo o Francisco Freire – su cédula falsa en la época de la dictadura-, o Rodolfo Walsh, el historiador comprometido con el presente argentino.

Fue el pionero, el precursor del periodismo de investigación.

Era el periodista incisivo, ponzoñoso, fiel al compromiso de dar testimonios en tiempos difíciles.

Lo mataron porque sabía demasiado y eligieron al mejor.

A 35 años de su ausencia vertical, la huella que dejó aún pervive, y no pudo borrarla el inefable paso del arrasador viento del tiempo.

(Su nombre integra la larga lista de muertos desaparecidos durante la última dictadura militar iniciada el 24 de marzo de 1976).